Anthony Burgess, el autor de La naranja mecánica, nació en Manchester, Inglaterra, en 1917 y falleció en 1993 y es considerado uno de los principales novelistas en lengua inglesa. Inició su carrera de escritor en Malaya (denominación británica de un los estados que constituyeron, en 1963, la Federación de Malasia) durante los últimos años de la década de los 50. Escrita en 1962, la obra está inspirada en un durísimo acontecimiento que vivió en Gibraltar. Allí se enteró de la internación de su esposa en el hospital de Londres. Esta había sido asaltada en la calle por un grupo de desertores americanos que intentaron robarle y la golpearon hasta provocarle el aborto de su hijo. Luego de ese horrible episodio tuvo la inspiración necesaria para escribir un texto violento, provocador y brutal.
La historia nos sitúa, más que en un oscuro futuro indeterminado, cruel y pesimista, una verdadera antiutopía. Allí vive Alex, el narrador homodiegético en primera persona. Un chico de ¡quince años! que le encantan la música clásica, en especial “La novena” de Beethoven, estar siempre a la última moda, la violencia, el sexo duro con lindas chicas, no ir a la escuela, no respetar a sus padres, y demás acciones que a cualquiera le escandalizarían o no, en un niño de quince años el cual lleva todo eso adelante con goce. Se reproducen, en cierta manera, hiperbolizados, los nuevos valores de la sociedad de posguerra. Una sociedad que solo desea satisfacer su goce a través de la violencia y el sexo para evadirse de la basura que propone una sociedad decadente.
Es a causa de esa realidad, que este adolescente tiene su pandilla de vándalos a los que llama “drugos”[1], con los que sale a golpear ancianos, a violar, a robar. Pero la violación no es una violación cualquiera, sino que la mujer que la sufre es la esposa de un escritor, que está escribiendo chan, chan, chan, “La naranja mecánica”. Puesta en abismo interesante. Se puede pensar, teniendo en cuenta lo planteado al comienzo, que Burgess hace en la introducción de este violento suceso arte de su sufrimiento, logra sublimar su padecer en obra de arte.
Pero este film, nos mostrará que no se puede vivir siempre en el desenfreno y, por eso, en una de esas “tiernas actividades”, a Alex se le pasa la mano y mata a su víctima. Entonces, sus “drugos”, lo traicionan, lo dejan solito, viene la policía y termina preso. Aquí, Alex pasa a ser un largo número, entrará en un sistema penitenciario que buscar reformarlo a través del nuevo sistema de rehabilitación: “Ludovico”, que consiste en algunas inyecciones y ver películas, lo que al niño le parece algo no tan terrible y acepta gustoso. Pero resulta que los films no son para que goce, sino que le pasan escenas de pura violencia, con un aparato que le mantiene los parpados abiertos, mientras que un médico le pone gotas en los ojos. El sistema conductista utilizado por el gobierno, para restituir a los presos (basado en el behaviorismo y en Skinner) funciona a la “perfección”. Alex responde con repulsión ante la violencia, ante el deseo sexual, ante la música clásica. Sin embargo, esta "curación" se convierte en un problema para él, pues a partir de aquí debe enfrentar al mundo que sigue igual o peor de enfermo que cuando lo dejó. En conclusión, vuelve a un espacio que se plante en contra de él pues es rechazado por sus padres, atacado por un grupo de ancianos, casi muerto por sus ex-drugos, que son policías y, en último lugar, utilizado con fines políticos.
Más allá del gran estilo literario, de la utilización de un dialecto inventado, de las escenas de brutal violencia, el eje de la novela es: el humano visto como máquina capaz de ser moldeado dentro de un espacio perverso y decadente. Pesadilla de anticipación de la decidía, la incomunicación y la decadencia de la sociedad occidental del siglo XX que, luego de las grandes guerras y en tiempos de la "guerra fría",
se encierra en los escapes de goce que el sistema le otorga.
se encierra en los escapes de goce que el sistema le otorga.
Léanlo, me es difícil decirles que lo disfruten, pero si pueden, háganlo. Si no quieren leerlo sepan que está la película, una de esas de culto. El director Stanley Kubrik (Odisea 2001: en el espacio, El resplando), la llevó a la pantalla grande en 1971, protagonizada por Malcolm McDowell, como Alex.
Curiosidades
La verdadera traducción del libro no es “La naranja mecánica”. Recordemos el titulo original, A clockwork orange. La palabra “orange” significa “naranja” en castellano. Sin embargo, en este caso proviene de “ourand”, palabra de origen malayo, donde vivió muchos años Burguess, y quiere decir “persona”. Por lo tanto, según el juego de palabras creado por el autor, el titulo real de la novela es La persona mecánica. Tenemos la idea de un ser que es manipulado y manipulable como una máquina, fíjense si se cumple o no en el libro.
Los Violadores, banda de rock argentina, tienen un tema con palabras nadsat, una canción que muchos conocen: “Uno, dos, Ultraviolento”.
Hay dos ediciones de este libro, la inglesa, que tiene un capítulo más que la estadounidense que decidió, luego de ser estrenado el film de Kubrik, amputarlo.
[1] Burgess, en este libro muestra su gran manejo de idiomas, inventando uno propio, inspirado en el ruso, llamado “Nadsat”, que quiere decir adolescente en esa misma lengua, o sea, los adolescentes tienen su propia forma de hablar y drugos significa: amigos.
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