Hola, queridos lectores, tanto tiempo, vuelvo con un viejo análisis de la película Metrópolis (Metropolis, 1927,
Fritz Lang) para dejar mi aporte en la web. Cabe aclarar que me interesa
contarles mi mirada de lo simbólico que nos entrega este film desde el plano
religioso y político, así que refresquen bien todos sus conocimientos sobre la
Biblia y la política mundial para entrar en tema. No haré apreciaciones de
actuaciones, ni de su estética, para esos tratamientos visiten otros blogs o
artículos.
Comenzaré explicando un poco del argumento de la obra para
aquellos que no la vieron y no se queden fuera de tema. La película está
situada en el 2026, allí se muestra un mundo futurista, bastante similar a la
Alemania de su época, en lo concerniente a las vestimentas y a la división de
clases, pero con una gran escenografía futurista.
En este ambiente, la
burguesía observa desde los rascacielos el mundo subterráneo de los obreros, es
decir, la estructura que los mantiene, desligándose del padecimiento de este.
Ambas fuerzas se ven separadas, el gran burgués se encuentra en las alturas
escéptico y el pueblo en la base angustiado, trabajando sin parar, lo único
que puede salvar esta situación, que lleva a la destrucción, es la unión del cerebro
con las manos, de la burguesía y del proletariado y esto sólo puede ser llevado
a cabo por un mesías, un salvador.
Este gran guión, considerado el comienzo de la ciencia-ficción en el cine, está escrito por Thea Von Harbou, la esposa de Fritz Lang,
y en él se puede, como expliqué anteriormente, observar una gran cantidad de
referencias bíblicas y también un reaccionario
mensaje profético a un pueblo alemán que estaba pasando uno de sus peores
momentos económicos y sociales de la historia luego de padecer la derrota en la
Gran Guerra. Este último dato no lo podemos dejar de lado, sin duda, los
alemanes necesitaba un film que les plantease la idea de un salvador, de
alguien que arreglase la situación desesperante desde el plano social, que
lograra conciliar al pueblo burgués y proletario hacia un objetivo común… por
mala suerte lo encontrarán. Con esto que acabo de escribir no quiero dejar en
sus mentes que el film haya tenido alguna intención colaboracionista con el régimen
nacionalista alemán, pero tampoco puedo negar lo que dice la historia y la
biografía de nuestra guionista que a partir de 1933, se convirtió en una de las
más fieles seguidoras del nacionalsocialismo y se separó de su esposo por
oponerse al movimiento quien debió huir a América. Entonces se puede entender
que el pacto social entre el capitalista burgués y el obrero, por citar la
secuencia más controversial del film, es una metonimia visceral de todo lo
apuntado y la muestra más clarividente del mensaje de la guionista la necesidad
demagógica de un héroe para llevar adelante la patria, sacando de lado la idea
entendida del marxismo del proletariado tomando el poder y poniendo en imagen
la unión de clases.
Acabado, parcialmente,el análisis político, paso al tema bíblico para
lograr una gran reversión de tres temas interesantes: el anagrama Eva/Ave, la imagen
del Redentor y la torre de Babel.
El anagrama Eva/Ave: Este tema plantea que la
Virgen María ha venido al mundo para salvarnos del pecado original que fue
causado por Eva al comer del fruto de la ciencia y el conocimiento, puesto que fue María quien dio a luz al Redentor.
En el film,
tenemos la figura de dos diferentes mujeres que pueden interpretar estos roles,
si bien no a la perfección, sí en su significado. Por un lado, la
buena de María (Brigitte Helm), una predicadora de los pueblos bajos que
alienta al proletariado bajo la esperanza de la llegada de un Redentor de aquel
que sacará a todos de la penosa situación de pobreza en que se encuentran,
también es la joven de la cual se enamorará nuestro protagonista Freder (Gustav
Fröhlich). Por otro lado, está la autómata, la robot, que inventada por Rotwang
(Rudolf Klein-Rogge), se asemeja a la esposa muerta, Helm, de el padre de
Freder, Joh Fredersen (Alfred Abel). Este robot, al contrario de María, aprovechara
el rapto de aquella por Rotwang, quien trama planes malignos, para poner la discordia
en el mundo proletario haciéndolos concientes de su situación y llevándolos a
levantarse contra el poder de Joh Fredersen. Entonces, aquí se nos plantea esa
dualidad, pero no sólo en esas actitudes, podemos observar la gran
contrastación que se plantea, al mirar el film, en ambos personajes y sus
adjetivaciones que es la siguiente:
Eva: maldad, caos, erotismo, desunión.
María: bondad, Paz, inocencia, unión.
Y finalmente, cabe destacar esta cita de la película para
aumentar el tono demoniaco de la autómata: “La mujer estaba vestida de purpura
y grana, tenía en su cofia una mano, por ella los siete pecados capitales.”
Redentor: la imagen del Redentor se
encuentra en la figura del hijo del gran burgués, de Freder. Este joven es
quien debe llevar a cabo eso que reza a su comienzo el film en sus letras
iniciales: “El mediador entre las manos y la cabeza ha de ser el corazón”. En
él se ve la esperanza el nexo entre el mundo escéptico y frío de los
rascacielos y el agobiado y agitado mundo del proletariado. Freder desciende a
ese mundo, trabaja allí, ve lo que es la vida de esos pobres hombres que son un
engranaje más de la gran máquina y que no obtienen nada a cambio, que se
encuentran carentes de una identidad definida. Pero esto no le será fácil de
llevar a cabo puesto que su padre comienza a ser informado de su
comportamiento, y Joh Fredersen no tiene los mismos sentimientos que su hijo,
es un hombre frío, que no quiere que la situación cambie y le da una
importancia mínima a su hijo. Freder es el corazón, es aquel nexo que debe unir
las manos, los obreros que trabajan a sol y sombra para mantener la torre en la
cual el cerebro parece no mirar más que para sí mismo.
Aquí creo pertinente también hacer una diferencia adjetival
de ambos personajes al comienzo del film (estas características pueden llegar a
variar, para saberlo miren la peli):
Freder: Puro, sensible, temeroso, ve, bondad, Mesías/mediador.
Joh: frío, insensible, duro, no ve (vigila, maldad, tirano).
La torre de Babel: otro de los grandes puntos. En el film,
la relación es totalmente explicita, se habla del rascacielos en el cual se
encuentra Joh Fredersen como la nueva Torre de Babel. Esta torre es levantado,
como en la vieja historia, por esclavos, en este caso proletariado, que vendría
a ser lo mismo, pero asalariados. En este mundo si bien todos hablan la misma
lengua se puede notar que falta comprensión porque la inequidad de clases es
extrema y ambos bandos parece solo poder entenderse por medio de la esclavitud
o la rebelión. Entonces aquí tenemos planteado lo del punto anterior el cerebro
no reconoce el esfuerzo de las manos y por eso se necesita de un mediador, de
alguien que saque el velo de los ojos ciegos del poder.
En conclusión, en este caso uno debe ser totalmente
inmanentista, se debe alejar de lo que en sí es la vida autobiográfica de la
autora del guión para poder apreciar el objeto en sí: un gran trabajo de
intertextualidad con el texto bíblico. Aunque también puede apreciarse la mano
para abordar los temas actuales de su época, la lucha de clases, la crisis
económica y social, y dar un mensaje de unión, obviando el objetivo final. Es
un guión muy bien manejado y la película verdaderamente es espectacular desde
el plano estético, revolucionaria para su época, visionaria para lo que fue más
adelante la ciencia ficción toda, plantea de forma excelente un mundo futurista
como nunca había sido planteado. En fin, una verdadera obra de arte para
apreciar desde todas las artes: el cine, la lectura exegética, la estética y la
arquitectura.